sábado, 28 de febrero de 2009

El hábito sí hace al monje

En algun momento, en algun equipo, siempre hemos tenido el mismo problema: ¿porque nos cuesta tanto rebotear en ataque? Cierto es que el hábito no hace al monje, o así dice el refrán, pero nuestro hábito rebotear sí que nos puede hacer monjes.

Con el problema del rebote siempre nos excusamos "no tenemos altura...", pero, ¿es únicamente éste el aspecto físico determinante para rebotear? Yo apuesto que no y creo que la constancia, la mejora de la técnica de salto y de la captura y sobre todo, la capacidad mental de los jugadores para decidir el timing del rebote (el instinto), son los aspectos claves para rebotear. Es evidente que la altura puede ser determinante en algun rebote, pero nunca en el cómputo global.

Pienso que el rebote ofensivo tiene un alto componente intuitivo, muchas veces innato en el jugador, pero que con trabajo diario y constancia puede mejorar. La intución es una habilidad que no podemos apartar del día a día.
Otro de los aspectos influyente en el rebote ofensivo es la fuerza del jugador, especialmente en el tren inferior, que debe tener un trabajo específico de piernas y coordinación de salto.

Rebotear en ataque nos ofrece varias ventajas, tanto tácticas como psicológicas. Nos garantiza segundas opciones de tiro, la mayoría de ellas con mayor porcentaje por proximidad al aro. También nos ayuda en el balance defensivo, porque estamos ejerciendo una presión extra despues de un tiro e intento de salida en contraataque. Psicológicamente castiga mucho la moral del equipo defensor y ayuda a ganar confianza a nuestros tiradores exteriores.

Así pues, el hábito puede hacer al monje. Todos a comulgar con el rebote.

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